Vida de Ermitaño es una novela poético-filosófica donde el narrador se sitúa a sí mismo como eje de la reflexión, centro desde el cual emana un profundo cuestionamiento sobre el comportamiento humano, la sabiduría, la moral y el placer. Manifestando un evidente inconformismo, el protagonista asume la retirada en cuanto salvamento de un mundo corroído por la mediocridad y la ausencia de sensibilidad.
Protegido por la naturaleza y la paz del equilibrio espiritual, este ocultamiento trascendental debe enfrentar inevitablemente el contacto con los otros, con los seres que todavía no conocen la verdad, sumidos en sus propias contradicciones terrenales. En este sentido esta obra es una forma novedosa de la clásica novela de aprendizaje, donde la luz lucha por no ceder ante la oscuridad de un mundo que agoniza.