Cuando publiqué la antología Aforistas españoles
vivos (Libros al Albur, 2015), donde incluí a tan
sólo diez autores, lejos estaba yo de calibrar la
amplitud y extensión del fenómeno aforístico en
España; pero es que, desde entonces, éste ha experimentado
un crecimiento exponencial, de lo
cual da prueba El cántaro a la fuente. Aforistas españoles
para el siglo XXI (Apeadero de Aforistas/
Thémata, 2020), una nueva antología en la
cual ya reuní, junto con Manuel Neila, nada menos
que a 66 aforistas. Aparte, hay que consignar
los florilegios agavillados por León Molina en
Verdad y media (La Isla de Siltolá, 2016), Mario
Pérez Antolín en Concisos (Cuadernos del Labeinto,
2017) y la ya clásica y canónica Pensar por lo
breve, de José Ramón González (Trea, 2013).
En estos pocos años, pues, podemos hablar
de un auténtico boom editorial en lo que concierne
al género más breve, al menos si atendemos
a la nómina de autores que lo han incorporado
a su quehacer literario cotidiano. Un aspecto
muy distinto es el de los lectores y, en general,
el del público: ahí es moneda corriente escuchar
quejas, por parte de los editores, del bajo
nivel de ventas que padecen, si bien no creemos
que en otros géneros de vocación minoritaria las
cifras sean mucho mejores. Y es que no deberíamos
olvidar que el aforismo, a despecho de su
apariencia de facilidad, resulta una modalidad literaria
sumamente exigente, no apta para aquellos
paladares que buscan en los libros un mero
entretenimiento inocuo: en su laconismo, los
aforismos apelan al lector a que llene los vacíos y
silencios con una interpretación activa por su
parte; nada que ver con la pasividad con la que
uno puede leer cualquier novelón de 500 páginas?
Este Espigas en la era. Micropedia de Aforistas
Españoles Vivos, que surge con la intención
de volcarlo al mayor número de idiomas posible
(y la versión en francés ya está a punto de ver la
luz, de la mano de Miguel Ángel y Florence Real),
y así exportar el conocimiento del aforismo español
por todo el mundo, ha sido llevado a término
por dos autores en activo, Carmen Canet y Elías
Moro, los cuales poseen la particularidad de conocer
el género como pocos; de hecho, puedo
dar fe de que en sus manos figuran dos de las
más nutridas bibliotecas aforísticas de nuestro
país, algo de lo que no pueden presumir muchos
?o casi nadie, actualmente. Desde luego, el criterio
que ha guiado su selección, a despecho de
su voluntad de exhaustividad, no podía ser otro
que el subjetivo, sobre todo en lo que atañe a los
aforismos espigados de cada autor; ahora bien,
qué duda cabe que, en cuanto a una antología
atañe, quien mucho abarca es que mucho conoce,
por lo que el resultado posee un indudable
valor documental. El aforismo les debe, ya, una
deuda de eterna gratitud.
José Luis Trullo