NI TUYO
I
Menos muy menos
algo tan algo
rumbo a la nada
dentro por dentro.
Como una sístole
erre cual erre
subo bajando
bajo subiendo.
Álzame pluma
coge mi salto
hazte una trenza
con la pestaña.
Siempre será
salvo contigo
mete una estrella
donde la hubiere.
II
Estas manos de pastor
han desollado millones de corderos
sin el consentimiento de Él.
Se impuso la purificación,
la eugenesia,
el matadero industrial,
la carne envasada.
Te rogamos, Señor, que nos permitas descansar.
¿Dónde está la leche
que riega estos prados,
la oropéndola que escondes
en tus genitales?
Te rogamos, Señor, que nos permitas reír.
La próxima vez
bastará una indicación tuya
y dejaremos de bordar amapolas
con el espray insecticida
que pusiste en nuestro hígado.
Te rogamos, Señor, que nos permitas preñarte
antes de cumplir tus profecías.
III
Encenagado campo de tristeza,
cielo raso de una celda desnuda,
toisón que adornas cubos de basura
mientras un buitre te come las llagas.
Llegó el momento de las alabanzas
y sin las manos debes lacerarte.
Delante tendrás este crucifijo,
el mismo que utilizan en asilos,
colegios y conventos, hecho de
miga de pan y madera podrida.
Cuando anochezca y suenen los timbales,
como los latidos amplificados
de un corazón en su caja torácica,
un oratorio elevará a los santos
el resol que deja tu encarnadura.
Juan de Yepes, dime dónde te escondes.
IV
Las emanaciones grises de adormidera
me están ahogando.
En el pomo de la puerta
hay restos de lujuria y pintalabios;
por eso no quiero cruzar al otro lado.
Allí una sandía reventada
parece el globo ocular de un cíclope.
Hamlet y Electra esperan que se haga justicia
o que alguien compasivo
los convierta en nonatos.
V
Cuando veo una bandada de grullas
en el cielo blanco,
sé que no se acordarán de mí
y que yo me olvidaré de ellas.
Aun así,
cuando veo una bandada de grullas
en el cielo blanco,
quiero alcanzarlas
y que no se dejen alcanzar.
VI
¡Qué pálida estás
en esta noche sin luna!
¡Qué quieta dentro
de la habitación vacía!
¡Qué sola, pareces una
madona renacentista!
¡Qué bella, acompañada
por cuatro cirios que escoltan
el féretro donde descansas!
VII
Te han olvidado
en el rincón más oscuro
de la casa grande
porque ya no sirves,
porque ya no vales,
porque eres viejo.
En otro tiempo
los propietarios reñían
por conseguir tus favores,
pero ahora
nadie te hace caso
porque ya no sirves,
porque ya no vales,
porque eres viejo.
Buscas una segunda
oportunidad
para demostrar
que aún estás en forma
y con la misma
disposición de antes.
Aunque te haces notar,
nadie repara en ti,
y seguro que
muy pronto
encuentras por los pasillos
de la casa grande
a tu sustituto
porque ya no sirves,
porque ya no vales,
porque eres viejo.
Pobre perro,
pobre animal de compañía.
VIII
Estos pigmentos acrílicos
que me asfixian
cuando sus vapores
cubren de leche ácida
la acolchada planicie
del pastizal
estos evangelios
recién profanados
por una manada de potros
que llevan en los belfos
piercings cónicos
desearían doblegar
al ingenuo
con la gasolina
que escapa del depósito
donde se almacenan
la avaricia
y la desconfianza
IX
Mensajero,
que me vacío en su ausencia,
le dirás;
que mis ganas de tocarla
reducen el álgebra
a una mota de polvo,
le dirás;
que avanzo con una legión
de amantes inconsolables,
le dirás;
que de repente
lo acapara todo,
le dirás;
que estoy carnalmente
abrasado de espíritu
por ella,
le dirás, mensajero,
cuando la veas.